martes, 30 de noviembre de 2010

El día de la bicicleta

El 19 de abril de 1943 el doctor Hofmann ingirió a propósito 250 µg de LSD, pues, por su experiencia con otros alcaloides ergóticos, pensó que podría ser la dosis mínima. Sin embargo, pronto descubrió que la sustancia tenía una potencia superior a la de casi cualquier otra conocida en la época, por lo que la dosis que se administró era en realidad superior a la que más tarde se aconsejó para fines terapéticos. Tras ingerir la sustancia, Hofmann sintió que le costaba hablar de forma inteligible y pidió a su asistente de laboratorio, que estaba al tanto del experimento, que le acompañase en su viaje a casa en bicicleta, pues, por las restricciones del período de guerra, no había automóviles disponibles. Durante el viaje a casa, el estado de Hofmann se agravó, y en su diario escribió que todo lo que había en su campo de visión ondulaba, distorsionado como una imagen en un espejo cóncavo. Aunque avanzaba velozmente, tuvo la sensación paradójica de que permanecía inmóvil. Cuando llegó a casa, llamó a un doctor y pidió a su vecina algo de leche, creyendo que le ayudaría a recuperarse. Hofmann hace notar que a pesar de su estado delirante, fue capaz de escoger con lucidez la leche, por su calidad de antídoto no específico contra el envenenamiento.
Cuando llegó el médico, no encontró ningún síntoma físico anormal, salvo las pupilas extremadamente dilatadas. Tras pasar varias horas aterrorizado, convencido de que un demonio había poseído su cuerpo, de que su vecina era una bruja y de que el mobiliario de su casa le amenazaba, el doctor Hofmann pensó que había enloquecido por completo. En su diario, Hofmann indica que el doctor decidió no medicarlo y prefirió enviarlo a la cama. Una vez acostado, Hofmann sintió que el pánico comenzaba a dar paso a una sensación de buena suerte y gratitud. Los colores y juegos de formas que veía con los ojos cerrados le resultaban ahora placenteros. Se trataba de «imágenes fantásticas» que surgían ante él, alternándose unas tras otras, abriéndose y cerrándose en círculos y espirales para después explotar en fuentes de color, y comenzar de nuevo, en un flujo incesante. Durante su 'viaje', las impresiones acústicas (como el ruido de un automóvil que pasaba) se transformaban en imágenes. Finalmente, Hofmann se quedó dormido y despertó al día siguiente fresco y con la mente clara, aunque con cierto cansancio corporal. Desayunó con una sensación de bienestar y vida renovada, y encontró la comida deliciosa. Mientras caminaba por el jardín, notó que todos sus sentidos «vibraban con una sensibilidad superior, que duró durante todo el día».
Nota aclaratoria: Albert Hofmann (11 de enero de 1906 - 29 de abril de 2008) fue un químico e intelectual suizo, nacido en Basilea. Describió la estructura de la quitina, pero es más conocido por haber sintetizado por primera vez la LSD, mientras estudiaba los alcaloides producidos por el cornezuelo del centeno.
Mientras purificaba y cristalizaba la LSD, una serie de sensaciones extrañas le interrumpieron. Había absorbido una pequeña cantidad a través de la punta de sus dedos, y describiría las consecuencias en el informe que envió en aquel momento al Profesor Stoll: Viernes 16 de Abril, 1943, me vi forzado a interrumpir mi trabajo en el laboratorio a media tarde y dirigirme a casa, encontrándome afectado por una notable inquietud, combinada con cierto mareo. En casa me tumbé y me hundí en una condición de intoxicación no-desagradable, caracterizada por una imaginación extremadamente estimulada. En un estado parecido al del sueño, con los ojos cerrados (encontraba la luz del día desagradablemente deslumbrante), percibí un flujo ininterrumpido de dibujos fantásticos, formas extraordinarias con intensos despliegues caleidoscópicos. Esta condición se desvaneció dos horas después.
La única explicación que encontró, fue que hubiera absorbido a través de la punta de los dedos parte de la solución de LSD mientras se cristalizaba; la LSD-25, dedujo, debía ser una sustancia de potencia extraordinaria si había hecho eso con una cantidad tan pequeña. Decidido a llegar al fondo del asunto, decidió llevar a cabo un experimento sobre sí mismo.
Así, tras una prueba con una cantidad menor, tres días después consumió 250 microgramos de LSD. Esta vez los efectos serían mucho mayores, y el Doctor Albert Hoffman necesitaba hacer grandes esfuerzos para poder hablar. Pidió a su asistente en el laboratorio, quien estaba al tanto del experimento, que le acompañase a casa; fueron en bicicleta, dando pie a lo que ya es leyenda, quizá el más famoso de los paseos en bicicleta.

martes, 16 de noviembre de 2010

Ni vertiendo polvo

"Ni vertiendo polvo
en el cajón de los sueños
consigo ahuyentar las pesadillas
que pueblan mis borracheras,
largas noches de descontrol
y fuego perdido,
pequeñas y fieras alimañas
que devoran mi vida
hasta contaminarse".


"Ni vertiendo polvo"
Antonio Belarte Alíaga  

martes, 2 de noviembre de 2010

Sueños

Dicen que los sueños son manifestaciones, imagenes, sentimientos, incluso sonidos, derivados de una escasa actividad cortical, durante la etapa en la que el cuerpo está tratando de regenerar lo que necesita para seguir adelante.
También he leido que los sentimientos que se pueden llegar a alcanzar durante un sueño, cuando son positivos son un conjunto de todo lo bueno que hemos sentido durante nuestra vida y de lo que mas nos ha gustado, llegando a alcanzar un sentimiento de felicidad que no se puede alcanzar durante el estado de vigilia.

Lo que está claro es que los sueños son caprichosos, bonitos, horribles, pero tambien son útiles puesto que por lo visto tambien nos ayudan a seguir recordando cosas y a organizar nuestros recuerdos y poder almacenar otros nuevos con mas claridad.
Pero muchas veces siguen ahí y se repiten y no te dejan olvidar cosas que quizás nunca quisiste olvidar.

De todas formas siempre sientes algo de lo que nunca quieres desprenderte.


El tiro con fuego negro de cuervo de tu mirada,
ha sido el relámpago que anuncia el trueno en la tempestad.
Fuiste mía anoche en sueños. Me besabas con el ansia
con que se besan unos labios nuevos.
Deja que diga que no te pediré
que me quieras mientras vivas.
Pero palabra de amor no daré.
A veces se enciende,
a veces se apaga,
la llama sagrada
que tú y yo conocemos.
Leña que ha de arder.
Vamos a querernos mi pequeño amor como tú y yo sabemos.
Vamos a querernos mi pequeño amor como tú y yo sabemos.
Estaremos juntos mientras cada minuto
que pasemos separados sea para sufrir.
Será como un tributo a pagar.
La lanza en el costado.
El camino embrozado
que hay que recorrer.
Deja que diga que no te pediré
que me quieras mientras vivas.
Pero palabra de amor no daré.
Tiro de fuego de tu mirada
ala de cuervo que me agita el alma.
Vamos a querernos mi pequeño amor como tú y yo sabemos.
Vamos a querernos mi pequeño amor como tú y yo sabemos.



A veces se enciende ( El útlimo de la fila )